quinta-feira, 20 de março de 2008

Lucas, XXIII

Gentil o hebreo o simplemente um hombre
Cuya cara en el tiempo se há perdido;
Ya no rescataremos del olvido
Las silenciosas letras de su nombre.

Supo de la clemencia lo que puede
Saber un bandolero que Judea
Clava a una cruz. Del tiempo que antecede
Nada alcanzamos hoy. En tu tarea

Última de morir crucificado,
Oyó, entre los escárnios de la gente,
Que el que estaba muriéndose a su lado
Era Dios y le dijo ciegamente:

Acuérdate de mí cuando vinieres
A tu reino, y la voz inconcebible
Que un dia juzgará a todos los seres
Lo prometió desde la Cruz terrible

El Paraíso. Nada más dijeron
Hasta que vino el fin pero la hiatoria
No dejará que muera la memoria
De aquella tarde en que los dos murieron.

Oh amigos, la inocencia de este amigo
De Jesucristo, esse candor que hizo
Que pidiera y ganara el Paraíso
Desde las ignominias del castigo,

Era el que tantas veces al pecado
Lo arrojó y al azar ensangrentado.

Jorge Luis Borges