Siempre que veo al gran poeta portugués José Agostinho Baptista no puedo olvidar que nasció ele mismo año que yo pêro lo hizo en el dia más horrible del año, el dia que yo más ódio: el 15 de Agosto. Detesto ese día porque está en el centro mismo de la estación del año que más deploro: el verano. Ódio Agosto más que Júlio o siptiembre. Ódio el verano; ódio los dias festivos y, si son de verano, todavia más Ódio el calor del 15 de Agosto, en pleno verano, esse dia que siempre es festivo. No ódio, en cambio – sino todo lo contrario – a José Agostinho baptista, que es un hombre muy especial y un gran poeta.
Veamos. De él son estos versos pertenecientes a um poema titulado Lanzarote: “Eu sei, meu amor, /que podias caminhar sobre a lava/ Nas colinas desta lua jamais um jardim desvenderá/ as tuas rosas/ O céu é cruelmente azul/ A terra é como o teu silêncio, um astro queimado”.
(…) A él le conocí en Lisboa. (…) Fuimos a un bar mexicano de Lisboa y José Agostinho demonstro un más que amplio conocimiento sobre las letras de todas las canciones mexicanas del local. Me habló de xalapa, de Cuernavaca, de Guadalajara, se emociono al evocar Guanajuato, lloró al recordar María Félix y me cito parrafadas enteras de Pedro Páramo.
(…) Escuchamos a Chavela Vargas bebiendo lentamente tequila, me recito de memoria poemas de Octavio Paz y José Gorostiza. Cuando abandone su casa, me regalo un ejemplar de su último libro: Sobre el volcán, un conjunto de relatos sobre la experiencia de haber viajando incansablemente por México.
A la mañana siguiente, me dijo Hermínio Monteiro que el poeta no había estado en su vida em México. Siempre que pienso en este extraño personaje le evoco como si formara parte de esse poema de Octavio Paz que a él tanto le gusta y que dice así: “… donde un hombre encorvado escribe trabajosamente, en camisa, entre pausas furiosas, estos cuantos adioses al borde del precipício”.
Enrique Villa-Matas
Domingo, 17 de Agosto de 1997
Para Acabar Con Los Números Redondos
Veamos. De él son estos versos pertenecientes a um poema titulado Lanzarote: “Eu sei, meu amor, /que podias caminhar sobre a lava/ Nas colinas desta lua jamais um jardim desvenderá/ as tuas rosas/ O céu é cruelmente azul/ A terra é como o teu silêncio, um astro queimado”.
(…) A él le conocí en Lisboa. (…) Fuimos a un bar mexicano de Lisboa y José Agostinho demonstro un más que amplio conocimiento sobre las letras de todas las canciones mexicanas del local. Me habló de xalapa, de Cuernavaca, de Guadalajara, se emociono al evocar Guanajuato, lloró al recordar María Félix y me cito parrafadas enteras de Pedro Páramo.
(…) Escuchamos a Chavela Vargas bebiendo lentamente tequila, me recito de memoria poemas de Octavio Paz y José Gorostiza. Cuando abandone su casa, me regalo un ejemplar de su último libro: Sobre el volcán, un conjunto de relatos sobre la experiencia de haber viajando incansablemente por México.
A la mañana siguiente, me dijo Hermínio Monteiro que el poeta no había estado en su vida em México. Siempre que pienso en este extraño personaje le evoco como si formara parte de esse poema de Octavio Paz que a él tanto le gusta y que dice así: “… donde un hombre encorvado escribe trabajosamente, en camisa, entre pausas furiosas, estos cuantos adioses al borde del precipício”.
Enrique Villa-Matas
Domingo, 17 de Agosto de 1997
Para Acabar Con Los Números Redondos
Sem comentários:
Enviar um comentário